LA
TEATRALIZACIÓN
-Habitación
de Violeta, Javier está sentado en la cama mientras que Violeta está
en el ventanal mirando el paisaje. Enfrente de la cama hay un armario
lleno de libros que son de la biblioteca de mansión. Junto al
armario hay un escritorio y al lado suyo hay un ventanal que es donde
ahora está Violeta.
VIOLETA:
(Violeta, de pie junto al ventanal de su cuarto, dejó la frase en
suspense).
Creo
que he descubierto la clave de lo que está pasando.
JAVIER:
¿De qué puñetera clave hablas?
VIOLETA:
(Seria) De ti.
JAVIER:
¿De mí? ¿Qué tengo yo que ver con los fantasmas de tu familia?
VIOLETA:
(A través de los cristales, Violeta contempla el patio trasero,
ahora tenuemente iluminado por las últimas luces del océano). Nada,
pero... Supongamos que existen los fantasmas, y supongamos que hay un
fantasma en Villa Candelaria.
JAVIER:
(Interrumpiendo) No tiene por qué ser un fantasma. Quizá sea eso
que la llaman...poltergeist, creo. Casa encantadas, ya sabes: ruidos,
voces, objetos que se mueven solos y cosas así. Antes se creía que
era cosa de fantasmas, pero luego se descubrió que esos fenómenos
los provocaban algún habitante de la casa, por lo general
adolescente. ¡Como tu hermana pequeña! Estoy seguro de que esa
niña...
VIOLETA:
(Interrumpiéndolo). Que pesado te pones. Azucena sólo es un poco
tímida ¿Vale? No tiene nada que ver con esto. Ahora, déjate de
tonterías y supongamos que hay un fantasma en la casa. Lo que está
claro es que no todo el mundo puede notar su presencia. De hecho,
hasta que llegaste tú, solo yo podía verlo.
JAVIER:
Bueno, ¿y qué?
VIOLETA:
Dicen que hay personas más dotadas que otras para percibir los
fenómenos sobrenaturales. Yo lo estoy, pero tú mucho más.
JAVIER:
¿Y eso por qué?
VIOLETA:
Porque hasta ahora yo sólo había olido el perfume a nardos, o
escuchado pasos. Como mucho, había visto sombras y reflejos raros.
Pero de repente llegas tú y se mueven los libros o aparecen palabras
escritas en los espejos. Eso jamás había pasado. Es como si tu
presencia aquí le diera fuerzas para manifestarse. (Hizo una pausa y
concluyó). Beatriz quiere que averigüemos lo que le sucedió).
JAVIER:
(Con desanimo). Pero si no estamos seguros de que sea Beatriz. ¿Tú
la has visto? Pues yo tampoco, salvo la falda de su vestido, y ni
siquiera estoy seguro de lo que vi. Podría ser cualquier cosa, las
enaguas de María Antonieta, por ejemplo. Lo que tenemos que hacer es
buscar un exorcista, un brujo o algo así. (Bromeaba este, pero
Violeta ni siquiera sonrió).
VIOLETA:
Es Beatriz (insistió con gravedad) estoy segura, Javier, es ella.
Quiere contarnos lo que le sucedió, pero por alguna razón no puede,
así que nos da pistas para que lo averigüemos nosotros.
JAVIER:
¿Qué pistas?
VIOLETA:
Que esperaba un barco, el Savanna. Y ahora nos ha dado un nombre:
Amalia.
JAVIER:
¿Y quién demonios es Amalia? Porque esa es otra: si ese fantasma
tuyo quiere darnos pistas, podría hacerlo mucho mejor. ¿Amalia qué?
Hubiese sido un detalle decirnos el apellido; pero no, claro, los
espíritus tienen que ser misteriosos. Amalia, Amalia... Debe de
haber miles de Amalias.
VIOLETA:
(Acercándose) Ya lo averiguaremos, Javier; ahora olvídate de eso.
Tengo que hacer algo (Confidencialmente), y necesito tu ayuda.
JAVIER:
(Con desconfianza) ¿Para qué?
VIOLETA:
(Titubeando) Pues... Es por lo que dijiste el otro día sobre el
desván. Creo que tienes razón. Cuando Beatriz desapareció, sus
familiares tuvieron que hacer algo con sus cosas. Quizá las tiraron,
pero también es posible que las guardaran.
JAVIER:
En el trastero.
VIOLETA:
Sí, además, ¿no dices que viste el vuelo de una falda en las
escaleras? Pues esas escaleras llevan al trastero, así que Beatriz
quería decirnos que fuéramos allí.
JAVIER:
Y tú quieres que nos pongamos a resolver en ese cuartucho
polvoriento lleno de chismes, arañas y ratas ¿Verdad?
(Violeta
sonríe con inocencia y asintió. Javier de repente se siente muy,
pero que muy deprimido)
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